La calidad de la alianza terapéutica se ha identificado como un modesto predictor del resultado del tratamiento, según diversas investigaciones (Horvath & Luborsky, 1993; Martin, Garske, & Davis, 2000; Shirk & Karver, 2003). Este vínculo entre el terapeuta y el paciente, evaluado tempranamente en la terapia, ha demostrado ser especialmente predictivo del éxito del tratamiento. Aunque estos hallazgos han sido bien establecidos en la terapia con adultos, surge la pregunta: ¿cómo se traduce este concepto al trabajo con adolescentes?
Investigadores han resaltado la importancia y el desafío de desarrollar una alianza terapéutica con jóvenes (Creed & Diamond, 2001; Kendall, 2000; Shirk & Karver, 2003). A diferencia de los adultos, los adolescentes pueden ser llevados por sus padres o referidos por terceros, lo que añade complejidad a la formación de esta conexión. Además, el proceso de individuación propia de la adolescencia puede influir en la creación y mantenimiento de una alianza terapéutica de manera diferente que en los adultos.
La literatura también destaca que la alianza terapéutica con adolescentes se compone de variables como la participación, el vínculo y la calidez del terapeuta (Shirk & Karver, 2003). Sin embargo, la falta de estandarización en la medición de estos aspectos ha llevado a la evaluación de constructos relacionados pero distintos. Investigaciones recientes (Shirk & Karver, 2003) han abordado algunas de estas limitaciones al examinar variables de relación en 23 estudios con adolescentes, revelando similitudes en la magnitud de la relación entre terapeuta y cliente con la literatura de adultos.
Además, se han identificado comportamientos específicos del terapeuta que pueden predecir la percepción de una alianza terapéutica sólida por parte del adolescente. La colaboración se ha asociado positivamente con percepciones tempranas de una alianza fuerte, mientras que presionar al adolescente para hablar y enfatizar puntos en común se han correlacionado negativamente con esta percepción.
Hallazgos sugieren una conexión directa entre los comportamientos específicos del terapeuta y la calidad de la alianza terapéutica, según lo percibido por adolescentes, terapeutas y observadores. Dado que la alianza terapéutica se ha relacionado con diversos aspectos del tratamiento, comprender cómo los comportamientos del terapeuta contribuyen a esta conexión es crucial.
El estudio destaca la importancia de considerar múltiples perspectivas al evaluar la alianza, ya que las percepciones de adolescentes, terapeutas y observadores están positivamente correlacionadas. Además, señala la necesidad de investigaciones futuras que exploren la moderación de la motivación y el nivel de participación del adolescente en la terapia.
En resumen, la construcción de una alianza terapéutica sólida con adolescentes es esencial para el éxito del tratamiento, y la comprensión de los comportamientos del terapeuta que influyen en esta conexión puede mejorar significativamente la práctica clínica.
Referencia: Creed, T., & Kendall, P. (2005). Therapist Alliance-Building Behavior Within a Cognitive-Behavioral Treatment for Anxiety in Youth. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 73(3), 498. https://doi.org/10.1037/0022-006X.73.3.498
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